Memorias de una "Sin Corazón"

Aun recuerdo el primer día.

Llegué tarde a la cita; era en punto de las 4:00 p.m. en el Centro de Convenciones

Bicentenario y aun no sé si en la lista de asistencia se quedó mi único retardo de todo el curso.

La sala era grande y muy bonita, con un mínimo de 70 sillas sencillas y con poca gente sentada. Me pregunte si sería esto tan aburrido como los seminarios que tanto odio y que tanto me duermen, esperaba haber tomado una buena decisión, la filosofía de su página era prometedora y ¡claro! Los créditos me hacían mucha falta para mi escuela. Yo solo me alegraba por haber dormido bien ayer en la noche.

Me invistió un muchacho alto, guapo y delgado, con barba bien perfilada y con una actitud animada; estaba muy feliz y yo no sabía el Porque.

-¡Hola! ¡Mi nombre es Carlos Esquivel! ¡Bienvenida a FOLID! ¿Cuál es tu nombre?

-… amm Hola, gracias, Julia…

Le pedí a Dios que me explicara el porqué estaba éste muchacho tan emocionado de que estuviéramos ahí, y también ¡que me recordara su nombre!

No pasó mucho tiempo hasta que comenzó este… ¿seminario?, ¿curso?, ¿Qué es un diplomado? Estaba perdida.

-Hola muchachos, Bienvenidos al diplomado Formación de Lideres para el Desarrollo, FOLID…

Este ponente hablaba de un sueño, de un viaje al extranjero y de muchas dificultades que pasó en su vida. Me pregunté si había dicho su nombre, tampoco lo recordaba.

Aproveché para voltear y ver a los demás que habían sido aceptados al curso. Éramos bastantes y todos me llamaban la atención. A lo lejos veía a varios muchachos uniformados que reían y se abrazaban… ¡puagh! Cursis…

A lo largo de 4 horas hicimos muchas actividades que estas personas, que seguían abrazándose y riendo, coordinaban. Al final sorprendentemente no me había dormido ni aburrido, era más interactivo de lo que yo había pensando. Terminamos exactamente a las 8 p.m., como lo marcaba el programa.

Nunca imaginé que ese sería el comienzo de una hermandad. Iba por compromiso solo las primeras semanas, al final levantarme temprano ya no era un martirio. El apoyo siempre estaba ahí, los comentarios de conocimientos de diferentes instituciones alimentaban la interdisciplinariedad de los participantes y expandían mi mente, los ponentes eran personajes excepcionales, cambiar de lugar cada fin de semana me parecía muy divertido y me enamoraba de cada institución a la que nunca había entrado y lo mas importante de todo, los integrantes que como yo nos sentíamos perdidos al principio, al final habíamos construido una relación única. Fue pesado, pero no me arrepiento de nada, conocí a personas que siempre me querían ayudar, que estaban abiertas a críticas constructivas, que conocieron al amor de su vida, que hicieron amistades solidas, que trabajan en equipo y que eran únicos, no gastaban energía quejándose de la situación del país, ¡ellos hacían algo para cambiar al país! O como lo hicimos llamar: Evolucionar.

Ahora, con una tercera generación en puerta, apuesto que tomaré el rol de Carlos Esquivel, y compartiré ese sueño con entusiasmo.

Me pregunto si ahora seré yo partícipe de una Memoria de una “sin corazón”…

#Memorias